Dado que las fuentes disponibles son de carácter administrativo y jurídico, nuestro conocimiento de la vida y entorno de José Español ha de ser muy sesgado. Y por desgracia, también es escaso. Faltan documentos cruciales, como el libro de cuentas anterior a 1733, que nos informaría de la fecha exacta de su ingreso como maestro de capilla y organista. Tampoco las referencias a él, y a los músicos en general, son frecuentes en las Actas Capitulares de la parroquia, tal como es normal encontrarlas en catedrales y colegiatas. La parroquia de Haro no dejaba de ser de segundo orden, aunque importante, dentro de la diócesis de Calahorra y Santo Domingo de la Calzada. Sus Actas Capitulares se reducen, la mayoría de las veces, a la designación de los cargos que los señores capitulares debían desempeñar. Además, según informa el acta capitular del 2‐3‐1755, la instancia competente para admitir o despedir a los criados de la iglesia era el Cabildo civil. Sólo tras ganar el pleito interpuesto contra éste, el Cabildo eclesiástico logró que se reconociera su “derecho privativo” de admitir o despedir a “cualesquiera criados y ministros sirvientes, así en dicha parroquia como en el santuario de Nuestra Señora de la Vega”. Es por esta razón por la que no aparecen en las Actas Capitulares el nombramiento José Español, ni tampoco el de sus compañeros músicos, como Tomás Duque. Sólo a partir de 1755 nos informan las Actas de la contratación de músicos. En concreto, el acta del 2‐3‐1755 contiene la admisión del bajonista Vicente Garisuain, natural de la ciudad de Estella, y el acta de 25‐3‐1755 la del alto Antonio Iturburo, natural de la ciudad de Tudela. Faltando, por tanto, el libro de cuentas anterior a 1733 y las referencias a los músicos de las Actas Capitulares, desconocemos datos tan importantes sobre la vida de José Español como son la fecha en que comenzó a desempeñar su cargo en Haro, el lugar de su nacimiento o su anterior empleo.
Podemos aventurar, con todo, que su admisión como maestro de capilla y organista de Haro ocurrió en 1731. Dos son los hechos que permiten inferir tal fecha. Primeramente, en la cuenta del mayordomo don Pedro Fernández de Gopegui, que va desde el once de junio de 1730 hasta el once de junio de 1731, aparece registrado el pago de 180 reales a la viuda del anterior organista, José Eguía, “para ayuda de sublevar (sic) los gastos de la enfermedad de que murió el sobredicho”. José Eguía debió morir, por tanto, entre la segunda mitad de 1730 y la primera mitad de 1731. El sucesor sería elegido, como de costumbre, poco tiempo después de su fallecimiento. Si nos decantamos por 1731 más bien que por 1730 como la fecha de la contratación de José Español, es porque precisamente ése es el año de la datación de las obras más antiguas que de José Español se conservan en el archivo de Haro. Tanto Palomita la del amor como Al golfo, marineros son del año 1731, no habiendo obras de fecha anterior a ésta. Lo que no es posible inferir con una seguridad mínimamente fiable es la edad que pudiera tener Español cuando fue nombrado maestro de capilla y organista de Haro, dada la habitual movilidad de los músicos hasta encontrar un puesto satisfactorio. En muchos archivos encontramos que el primer puesto de maestro de capilla se obtenía cuando el músico rondaba la veintena. No podemos saber, sin embargo, si ésta era la primera vez que Español desempeñaba tal cargo. Quizá la única vía abierta para averiguar, aunque sea sólo muy aproximadamente, su edad sea acudir al estilo de sus composiciones y a las fechas de los compositores cuyas obras copió para el archivo. El estilo de José Español presenta, sobre todo en sus obras de los años 30, un estilo inspirado en el barroco español de finales del s. XVII y comienzos del XVIII, si bien es verdad que ya en los años 40 se abre, de modo magistral, a un estilo mucho más moderno. Podríamos inferir de esto que su formación musical ocurriría a comienzos del XVIII. Acorde con esto, encontramos que los autores copiados por Español nacieron entre 1660 y 1700, siendo el autor más antiguo el famoso Sebastián Durón (1660‐1716) y el autor más moderno Francisco Hernández Illana (1700‐1780), pasando por Miguel Ambiela, José de Cáseda, Joaquín Martínez de la Roca, Luis Serra, Diego de Arcedo o José Gómez. El autor más copiado por José Español, con quince obras, es Francisco Hernández Illana. Precisamente este autor nos puede servir para marcar un límite cronológico al nacimiento de Español, ya que las obras de este autor nacido en torno a 1700 presentan una factura mucho más moderna que las de nuestro músico. Podemos concluir, siempre con las debidas reservas, que José Español nació a finales del XVII, posiblemente en su última década.
Una vez que accedió al cargo, José Español no se movió de Haro hasta su muerte, ocurrida en 1758. Sin duda que en ello influyó la ausencia de problemas con los Cabildos eclesiástico y civil o con sus compañeros músicos, aunque las principales razones de su permanencia hayan de ponerse en la estimable remuneración percibida y en su condición de casado. Su salario era de 200 ducados anuales, más 45 o 50 ducados por el mantenimiento y enseñanza de un tiple. No era un mal salario si tenemos en cuenta los de los maestros de capilla de iglesias cercanas, mucho más importantes, como son la Catedral de Santo Domingo de la Calzada y la colegiata de la Redonda en Logroño. Por 180 ducados al año se admitió, en 1704, a Blas de Cáseda por maestro de capilla en la Catedral de Santo Domingo de la Calzada, si bien en 1706 pidió que se aumentara su salario hasta los 200 ducados. Y el maestro de capilla de la Colegiata de la Redonda, José Gómez, cobró 150 ducados anuales desde 1717 hasta su muerte en 1742. El hecho de no ser clérigo, además, limitaba su ascenso a las catedrales más importantes. Los maestros de capilla casados tenían que conformarse con los puestos de catedrales pequeñas, colegiatas o iglesias que pudieran permitirse tener maestro de capilla. La catedral de Santo Domingo de la Calzada, que era una catedral muy modesta, sí que admitía por maestros de capilla a los que no fueran clérigos, aunque claramente prefería a los clérigos. Sacerdote era, por ejemplo, el mencionado Blas de Cáseda. En cambio, la catedral de Calahorra, que era un destino mucho más codiciado por los músicos, sólo admitía a clérigos como maestros de capilla. En la Colegiata de la Redonda, por el contrario, todos los maestros de capilla en el siglo XVIII (Celedonio de Arteaga, José Gómez, Juan José Llorente, Pedro Ignacio Pérez) fueron casados y se mantuvieron en el cargo hasta su muerte. Que José Español estaba casado lo sabemos por un curioso documento en el que se informa del ingreso a la Cofradía de las Benditas Almas del Purgatorio del sochantre Antonio San Román y de José Español junto con su mujer, María Francisca de Lapuente. Era habitual, parece, que en esta cofradía ingresasen los músicos mayores de la parroquia junto con sus mujeres. La viuda de José Eguía, el anterior organista, en 1733 aún seguía perteneciendo a la cofradía. Los músicos que ingresaban tenían la obligación de tocar y cantar en los entierros de sus compañeros cofrades y en las funciones ofrecidas por la cofradía. A cambio de este servicio, no pagaban “los derechos de entrada ni demás cargas” y gozaban “de las mismas exenciones que los demás hermanos”. Aparte de este documento, no hemos logrado encontrar ninguna otra referencia a la mujer de José Español. Tampoco hemos encontrado en los libros de Bautismo de Haro algún posible hijo de la pareja.
A pesar de que, como hemos visto, el salario de 200 ducados era superior al percibido por su colega en La Redonda, seguía siendo un tanto escaso para la época. Sin duda la capilla de música ganaría algún dinero más por su asistencia a diversas celebraciones civiles y eclesiásticas de la ciudad y alrededores. José Español, además, tenía asignados 45 o 50 ducados anuales por la enseñanza y mantenimiento de un tiple en su casa. En concreto, 45 ducados se le dieron hasta 1737 y a partir de 1738 fueron 50 ducados. Excepcionalmente, en 1741 mantuvo a dos tiples en su casa, percibiendo, por tanto, 100 ducados ese año. Sin embargo, a partir de las cuentas del año 1745, correspondientes al año 1744, no aparecen consignados más pagos a José Español por el cuidado y enseñanza de tiples. No sabemos cómo explicar este hecho. Que los tiples no desaparecieron de la iglesia de Haro lo prueba la factura hecha por el mayordomo Agustín de Aguiñiga en junio de 1756 por la cantidad de 379 reales empleados “en vestir al tiple”. Un curioso suplemento a su salario lo encontramos en el Libro de Cuentas del Cuaderno VI. En este libro se constata el pago de 44 reales al año a José Español “por el cuidado de asentar las faltas y puntos al coro”. A pesar de todo, parece que pasó temporadas de dificultad económica, ya que Español llegó a pedir una ayuda de 30 ducados al año, durante los cuatro años que van de 1741 a 1744, ambos inclusive, para pagar la renta de la casa en que habitaba. El documento añade que tal pago se hizo en virtud de “las urgencias que presentó” ante las dos comunidades, civil y eclesiástica, sin especificar cuáles fueron estas urgencias. En 1749 aparece anotado el préstamo de 300 reales a José Español para que viajara a tomar las aguas de los baños de Arnedillo, en atención a sus “achaques” y a los gastos que estos achaques le habían ocasionado. Se trataba de un simple préstamo, que Español debía devolver “cuando cómodamente pudiese”. Finalmente, su situación económica al morir no debía de ser muy mala, puesto que dispuso que su entierro en la Iglesia de Santo Tomás fuese de diez ducados y con la asistencia de la comunidad de San Agustín, cuando lo habitual era que los entierros fuesen de seis ducados.
La vida diaria de José Español, como la de todos los maestros de capilla y organistas de la época, debía ser muy rutinaria. Algo de sus actividades musicales podemos conocer gracias a las Obligaciones, posesiones y censuras de Organista, Sochantre y demás músicos de la Parroquial Iglesia de esta villa de Haro, que hemos incluido a modo de suplemento en el documentario. Estas Obligaciones son ya bastantes tardías, del año 1797, pero dado que ni el culto ni las circunstancias habían cambiado, podemos aplicarlas a José Español. Según este mismo documento, entre sus obligaciones como organista estarían la de tocar todos los días el órgano en misa mayor y en Vísperas. También sería de su obligación, esta vez como maestro de capilla, tener preparadas las partituras de las obras que se cantaban los domingos, en las Novenas y en días colendos. Por último, también sería obligación suya “enseñar música a los tiples que admitiera el Cabildo, afinar los órganos en las dos iglesias y el clave de la parroquial”. Es curioso que entre estas obligaciones no se haga ninguna referencia a la de componer obras nuevas, algo normal en las listas de obligaciones que se hallan presentes en otras iglesias. Quizá esto no signifique nada. O quizá por ser la de Haro una iglesia menor, respecto a colegiatas y catedrales, no se insistiera tanto en la composición de obras nuevas por parte del maestro de capilla.
La vida diaria de José Español, como la de todos los maestros de capilla y organistas de la época, debía ser muy rutinaria. Algo de sus actividades musicales podemos conocer gracias a las Obligaciones, posesiones y censuras de Organista, Sochantre y demás músicos de la Parroquial Iglesia de esta villa de Haro, que hemos incluido a modo de suplemento en el documentario. Estas Obligaciones son ya bastantes tardías, del año 1797, pero dado que ni el culto ni las circunstancias habían cambiado, podemos aplicarlas a José Español. Según este mismo documento, entre sus obligaciones como organista estarían la de tocar todos los días el órgano en misa mayor y en Vísperas. También sería de su obligación, esta vez como maestro de capilla, tener preparadas las partituras de las obras que se cantaban los domingos, en las Novenas y en días colendos. Por último, también sería obligación suya “enseñar música a los tiples que admitiera el Cabildo, afinar los órganos en las dos iglesias y el clave de la parroquial”. Es curioso que entre estas obligaciones no se haga ninguna referencia a la de componer obras nuevas, algo normal en las listas de obligaciones que se hallan presentes en otras iglesias. Quizá esto no signifique nada. O quizá por ser la de Haro una iglesia menor, respecto a colegiatas y catedrales, no se insistiera tanto en la composición de obras nuevas por parte del maestro de capilla.
José Español murió el 26 de Agosto de 1758, tras recibir los santos sacramentos, y habiendo hecho testamento. Se enterró en la parroquia de Santo Tomás acompañado de la comunidad de San Agustín. Le sucedió Domingo Fernández de Carrillo, que ocupó el cargo hasta su jubilación, ocurrida en 1794.
Acta de defunción de José Español |
Ediciones
ESPAÑOL, José: Obra completa, ed. crítica de Raúl Angulo Díaz, Fundación Gustavo Bueno, Santo Domingo de la Calzada (2009)