jueves, 9 de mayo de 2013

Diego Pérez de Camino (1738-1796)

Diego Pérez de Camino. * Burgos, 9-II-1738. † Calahorra, 19-I-1796.

Nombre
Sus obras aparecen atribuidas a “Diego Pérez de Camino”, a “Diego Camino”, a “Diego Pérez Camino” o sencillamente al “Maestro Camino”. Las actas capitulares de las catedrales de Burgos, Santo Domingo de la Calzada y Calahorra se refieren a él normalmente como “maestro Camino”. He elegido para referirme a este maestro el nombre completo “Diego Pérez de Camino”, que es el que aparece con mayor frecuencia en las portadas de las obras, porque entiendo que las demás variantes son formas abreviadas.
José López Calo en sus catálogos de los fondos musicales de las catedrales de Santo Domingo de la Calzada y Calahorra, y en sus artículos sobre la figura de este maestro, le llama Diego Pérez del Camino, denominación que ha sido seguida algunas veces por otros músicos e investigadores. No hemos encontrado, sin embargo, esta variante en la documentación.

Diego Pérez de Camino en Burgos
Por el acta de su nombramiento como maestro de capilla de la catedral de Santo Domingo de la Calzada, sabemos que Diego Pérez de Camino era natural de la ciudad de Burgos. Efectivamente, en los fondos parroquiales de Santa Águeda de Burgos se encuentra su acta de bautismo:
«Diego, hijo de Diego Perez Camino y de Maria de Vibar.
En la ciudad de Burgos a trece dias del mes de febrero de mill setecientos y treinta y ocho, Yo el liz.do Dn Thomas Perez Camino, benef.do en el lugar de Caviela, de licencia de Dn Joseph de Pereda cura benf.do en estas parrochias unidas de S.nta Agueda y S.n tiago de la fuente, intramuros de ella, baptize solemnemente a un niño, que se le puso por nombre Diego (nacio el dia Nuebe de dcho mes)»(Archivo diocesano de Burgos, Fondos de la parroquia de Santa Águeda, bautizos).

Su carrera musical fue muy parecida a la de otros músicos catedralicios del siglo XVIII. Nacido en el seno de una familia pobre de Burgos, gracias a sus dotes musicales pudo entrar en la capilla musical de la catedral de su ciudad como mozo de coro. Gracias al siguiente texto, podemos establecer que fue en 1749 cuando entró al servicio de la capilla musical de la catedral:
“Leyóse memorial de don Diego Pérez Camino, clérigo de menores y maestro de capilla de la santa iglesia de la Calzada, en que dice que, teniendo presente los repetidos favores que a la piedad de V.S. mereció, en el discurso de 14 años que sirvió de infante de coro, y reinando en él amor natural y particular inclinación, así a V.S. como a esta santa iglesia, por cuyo motivo quisiera perpetuarse en su obsequio, y deseando con el mayor anhelo ascender al sacerdocio, medio único para conseguir lo que apetece, teniendo la cualidad de estar medianamente instruido en la gramática, a V. S. suplica le tenga presente en la provisión de la capellanía vacante, en inteligencia de que se aplicará a la enseñanza de los mozos de coro y asistirá a la música; y oído se acordó se le tenga presente a su tiempo”.

En Burgos fue alumno de Francisco Hernández Illana, que fue desde 1729 a 1780 maestro de capilla de la catedral. La relación entre ambos parece que fue amistosa. Pero más allá del ámbito personal, el significado de la obra de Illana en la obra de Camino es enorme, sobre todo en los primeros años de la producción de éste. Seguramente otros mozos de coro, ya adultos, ejercieron influencia en él durante esta época. En concreto, tenemos constancia de dos mozos de coro, también discípulos de Illana, que trabajaron en Burgos esos años: Tomás Vélez Calderón, al que identificaremos más adelante como el “copista C”, que estuvo en Burgos hasta 1755, y José Zameza y Elejalde, responsable de los villancicos de Navidad cantados en Burgos en 1753 y compositor de otras numerosas obras en esos años, que estuvo en la capilla burgalense hasta que en 1759 se fue a Antequera (Málaga) como maestro de capilla.
En el archivo de la catedral de Astorga y en el archivo de Calahorra se conservan numerosas obras de Diego Pérez de Camino compuestas en estos años juveniles, siendo las primeras dos cantadas para los maitines de Navidad de 1758. Posiblemente fue el responsable de los villancicos de Navidad cantados en Burgos en los años 1760, 1761 y 1762, como veremos en detalle más adelante. Algunas de las obras compuestas en Burgos las adaptaría para la capilla calceatense durante sus primeros años de maestro de capilla. Mientras que las obras compuestas para Burgos suelen ser a 8 voces, con trompas y oboes, además de los violines, las adaptaciones realizadas para Santo Domingo de la Calzada suelen ser a 7 voces, un solo oboe y dos violines, ya que la capilla riojana era más modesta que la burgalense.

Diego Pérez de Camino en Santo Domingo de la Calzada
                Andrés de Bas, maestro de capilla de Santo Domingo de la Calzada desde septiembre de 1748, murió en noviembre de 1762. Como era costumbre, se publicaron los edictos anunciando la provisión de la plaza. El Cabildo nombró juez y censor de los ejercicios a Juan José Llorente, que era organista y maestro de capilla de la Insigne Colegial de Logroño desde 1749. Los ejercicios a que se sometieron los opositores consistieron, como era habitual,  en “echar el compás” (esto es, en dirigir la capilla de música) y en la composición de diversas obras dentro de un límite de tiempo establecido, para comprobar así su pericia en las “reglas de la composición”. Los opositores se examinaron, pues, de dos de las tres tareas principales de todo maestro de capilla: la de la dirección de la capilla de música y la de la composición de obras musicales que sirvieran para el culto de la catedral. La otra tarea principal era la enseñanza musical a los mozos de coro.
                Tras la realización de los ejercicios, el Cabildo mandó a los opositores de regreso a sus lugares de origen, advirtiéndoles que se avisaría al que se eligiese como maestro de capilla. Finalmente se eligió por mayor número de votos a Diego Pérez de Camino, “natural de la ciudad de Burgos, clérigo de prima tonsura”. Tras ser avisado, escribió una carta agradeciendo su nombramiento, como también lo hizo su maestro, Francisco Hernández Illana, lo que prueba el estrecho vínculo que existía entre ambos. Camino se despidió del cabildo de Burgos, pidiendo alguna ayuda para el viaje a Santo Domingo de la Calzada.
                En 1763, tras haberlo solicitado, se le admitió como capellán de la Congregación a pesar de no ser presbítero, sino tan sólo clérigo de prima tonsura. De este modo se “redondeaba” su escaso salario de 200 ducados. La renta del maestro de capilla en la catedral de Santo Domingo no era colativa, esto es, no procedía de algún beneficio eclesiástico. Pero al hacerle capellán podría recibir, además de su salario como maestro de capilla, algún beneficio relacionado con alguna capellanía.
                El hecho de ser capellán y no sacerdote será uno de los puntos de mayor fricción durante su estancia en Santo Domingo de la Calzada. Así, en febrero de 1772 un miembro de la Congregación de Capellanes, don Martín de Ortiz, hizo ademán de quitarse la estola, agraviado de que el maestro de capilla presidiese un entierro. Poco después los miembros de la Congregación se quejaron de que el Cabildo hubiera determinado que Diego Pérez de Camino presidiese los entierros y “en los demás actos de comunidad”, lo que consideraban que iba contra “el decoro de nuestro estado y contra los derechos, usos y costumbres”, puesto que el maestro de capilla no tenía “orden sacro”.
                Relacionado con esto está el largo pleito que Diego Pérez de Camino mantuvo con la Congregación de capellanes por la casa en la que residía. El 1 de febrero de 1773 la Congregación acuerda desposeer la casa en que vivía Diego Pérez de Camino, que era propiedad de la Congregación, para arrendarla a otro capellán, don Juan Montes, que sí era presbítero. Tras avisar al maestro que desalojase la casa al término de un año, éste contestó que no accedería, “por ser él mismo igual y más privilegiado congregante” y protestó ante el Cabildo. La Congregación se quejó por “los términos designatorios de parcialidad y aversión con que el memorial del Maestro se manifiesta contra tan respetable cuerpo de Comunidad”. Los capellanes se justifican alegando que el arriendo de la casa al maestro de capilla no fue bajo escritura “ni por largo tiempo por el motivo de los chicos”. Estos “chicos” son, sin duda, los tiples pequeños de la capilla de música, que vivirían en casa del maestro bajo su cuidado. Diego Pérez de Camino eleva la causa ante el Provisor del obispado. La Congregación añade a sus quejas que la casa está maltratada “con los Estudiantes que tiene de posada” (refiriéndose posiblemente a los tiples)  y que el maestro ha admitido en su casa a un vecino.
En 1771 Diego Pérez de Camino se había presentado a las oposiciones al magisterio de capilla de la catedral de Calahorra. Como veremos, esta oposición generó un largo pleito que no se resolvió hasta mucho más tarde. Finalmente,  el 19 de julio de 1777 informó el maestro  que había ganado el pleito de Calahorra, y el Cabildo acordó que se nombrase vacante la plaza de maestro de capilla. Mientras tanto, fue el organista Manuel Pascual el encargado de hacer las veces de maestro de capilla. Manuel Pascual, que había sido mozo de coro de la colegiata de La Redonda en Logroño y discípulo, por tanto, de Juan José Llorente, fue nombrado organista de Santo Domingo de la Calzada en 1769. Algunas de sus composiciones nos han llegado junto a los borradores que Diego Pérez de Camino dejó en Calahorra, lo que muestra que en ocasiones colaboró con el maestro en la composición de las obras que la catedral necesitaba.
El 8 de agosto de 1777 el Cabildo leyó la carta de despedida de Diego Pérez de Camino. Éste donó al archivo un conjunto de obras compuestas en latín y romance, y devolvió los papeles de música que había tomado del archivo. El día 17 de agosto se leyó su despedida en la Congregación de Capellanes, que le dio la enhorabuena por sus “ascensos”. Finalmente el 26 de agosto de 1777 tomó posesión de su cargo en Calahorra.

Diego Pérez de Camino en Calahorra
                Francisco Viñas había sido maestro de capilla de la catedral de Calahorra desde 1731. Era medio racionero ya que, a diferencia de Santo Domingo de la Calzada, en Calahorra el magisterio de capilla estaba unido a un beneficio eclesiástico. En 1771 el Cabildo concedió a Francisco Viñas una ración entera, pasando así a ser canónigo, y se declaró vacante la plaza de maestro de capilla.
                Varios fueron los músicos que acudieron a las oposiciones: Francisco de la Huerta, músico de la catedral de Ávila, Juan Andrés Lombide, “organista en Bilbao”, José de Gargallo, “copiante en la [catedral] de Zaragoza”, Juan José de Arce, arpista de la catedral de Pamplona y Diego Pérez de Camino, maestro de capilla de la catedral de Santo Domingo de la Calzada. Los jueces de las oposiciones fueron el antiguo maestro de capilla, Francisco Viñas, y el organista Matías Menéndez.
Conservamos una de las obras que Diego Pérez de Camino compuso para esta oposición: se trata de Dixit Dominus ad Adam, un “Motete a 8º en 24 horas”, esto es, un motete compuesto dentro del límite de 24 horas, que se conserva en el archivo de la catedral de Astorga. Se sabe que este motete se compuso para la oposición al magisterio de capilla de la catedral de Calahorra porque en el mismo archivo de la catedral de Astorga se conserva de Juan José de Arce (1748-1777), otro de los opositores, un motete a 8 con la misma letra (Dixit Dominus ad Adam) compuesto “para la oposición al Magisterio de Capilla de la Sta Iglesia de Calahorra”.
                En el informe de Viñas sobre los opositores se dice “que los dichos cinco opositores habían cumplido con sus ejercicios y que eran suficientes para el magisterio, bien que el dicho don José Gargallo les había excedido alguna cosa en el estilo y en lo bien trabajado de las obras que se le habían dado para la prueba”. También el organista Matías Menéndez aprobó a todos los opositores, prefiriendo, con todo, a José Gargallo. En su informe dice: “que los dichos opositores habían cumplido con sus ejercicios y ser suficientes para dicho magisterio, y que graduaba en primer lugar al dicho José Gargallo, porque había excedido a los demás en el trabajo de las obras, buen gusto en la composición y en el estilo moderno que hoy se usa”. Ambos jueces, por tanto, propusieron a José Gargallo como maestro de capilla, coincidiendo en alabar el trabajo de sus obras y su estilo, que Matías Menéndez califica de buen gusto y moderno.
                José Gargallo, se nos dice, era copiante en Zaragoza. El trabajo de copiante era habitual que lo desempeñaran mozos de coro adultos que estudiaban composición bajo la tutela del maestro de capilla. Seguramente José Gargallo fue discípulo en Zaragoza de Francisco García Fajer (1731-1809), conocido como el “Españoleto”, que se había formado en Italia antes de de regentar el magisterio de la Seo de Zaragoza en 1756. Por lo que conocemos, el estilo de García Fajer suena mucho más moderno que el estilo de Diego Pérez de Camino, desarrollado a partir del de su maestro Francisco Hernández Illana.
                A pesar de que los jueces prefirieron a José Gargallo, la primera votación del Cabildo fue la siguiente: Arce obtuvo un voto, Lombide cinco, Gargallo seis y Camino ocho. Se hizo una segunda ronda de votación entre los dos candidatos más votados, Gargallo y Camino. Sorprendentemente salieron empatados con diez votos cada uno. Al día siguiente, Diego Pérez de Camino pidió al Cabildo testimonio de haber tenido paridad de votos con Gargallo, cosa que se le concedió. Y poco después pidió que le diesen a él el magisterio por ser mayor en edad que Gargallo. Se inicia a partir de ese momento un largo pleito entre los candidatos que no se resolvería hasta 1777, seguramente porque en 1776 José Gargallo había obtenido el magisterio de capilla de la catedral de León. Mientras tanto, fue el organista Matías Menéndez el que hizo las veces de maestro de capilla de la catedral de Calahorra.
                Diego Pérez de Camino debió ser un músico reconocido en su tiempo, ya que fue llamado, al menos dos veces, como juez de oposición a diversos magisterios de capilla. En 1780 fue juez de las oposiciones a maestro de capilla de la catedral de Pamplona. En estas oposiciones resultó elegido Francisco Huerta, uno de los compañeros opositores de Camino en Calahorra en 1771, y que fue su sucesor en Santo Domingo de la Calzada en 1778.  Y en 1795 fue juez de las oposiciones a maestro de capilla de la colegiata de La Redonda en Logroño, tras la muerte de Juan José Llorente, el maestro que le había examinado a él en 1763.
                Diego Pérez de Camino continuó en su puesto sin ningún incidente digno de mención hasta su muerte, ocurrida el 19 de enero de 1796 “a las cinco de la mañana”.

                ¿Diego Pérez de Camino en Briones?
                En la reseña biográfica de Diego Pérez de Camino que escribió López Calo en el catálogo de la música en la catedral de Calahorra se dice lo siguiente: “el 15 de septiembre de 1787 el deán informó al Cabildo que el maestro se le había presentado ‘despidiéndose para ir a La Rioja’ (sic, parece ser que para ir a regentar el magisterio de la colegiata de Briones). El Cabildo le impuso una multa de 400 maravedíes, según el estatuto. Pero parece que no fue más que una falsa alarma, pues Camino siguió en Calahorra”
                Partiendo de este texto, María Pilar Camacho López va aún más allá y llega a sostener que Diego Pérez de Camino fue maestro de capilla de la parroquia de Briones.  En su catálogo de la música de Briones, donde copia literalmente la reseña biográfica de López Calo, afirma lo siguiente: “Donde regentó (en Briones), de alguna manera, este puesto, quizá por lo elevado de la renta, dejando un legado musical de 16 obras (sin contar el reconocimiento de algunos anónimos) y un libro en polifonía clásica que contenía también una Misa de Asperges de Rábago”.
                Creo que todo surge de una incorrecta interpretación del acta capitular por parte de López Calo. No tiene sentido que Diego Pérez de Camino dejase su cargo de maestro de capilla en la catedral de Calahorra por uno notoriamente menos importante como el de organista de la parroquia de Briones. Menos sentido tiene aún que el Cabildo le multase con 400 maravedíes por querer irse a otro puesto, ya que el movimiento de músicos era algo habitual en la época. La reacción del Cabildo al enterarse de que el maestro de capilla iba a dejar su puesto tendría que haber sido la de declarar la plaza vacante y no la de imponer una multa. Todo se entiende mucho mejor si se interpreta ese “despidiéndose para ir a La Rioja” tan sólo como una ausencia temporal. Téngase en cuenta que la fiesta principal de Briones es la del Santo Cristo de los Remedios, que se celebra el domingo siguiente al 14 de septiembre, fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz. Y fue el 15 de septiembre cuando el deán informó que el maestro se había presentado para irse a “La Rioja”. Posiblemente Camino pensaba marcharse a Briones para dirigir la música que había compuesto para la celebración del Cristo de los Remedios. Conservamos en Calahorra una cantada en borrador, fechada en 1771, que muestra que Camino había compuesto ya alguna vez para esta fiesta de Briones. Se trata de la cantada Ah, Señor, enclavado en un madero, “Dúo al Santísimo Cristo de los Remedios con violines” (signatura 11/79). En este supuesto, la multa que le impuso Cabildo se entiende mucho mejor: era una multa por haber intentado ausentarse de Calahorra por un tiempo, y además sin permiso, desatendiendo así sus obligaciones en la catedral, que eran diarias.

Texto tomado de la introducción de la publicación:

PÉREZ DE CAMINO, Diego: Obra selecta (3 vols.), edición crítica a cargo de Raúl Angulo Díaz, Fundación Gustavo Bueno, Santo Domingo de la Calzada, 2012.