Nombre
Sus obras aparecen atribuidas a “Diego Pérez de Camino”, a “Diego
Camino”, a “Diego Pérez Camino” o sencillamente al “Maestro Camino”. Las actas
capitulares de las catedrales de Burgos, Santo Domingo de la Calzada y
Calahorra se refieren a él normalmente como “maestro Camino”. He elegido para
referirme a este maestro el nombre completo “Diego Pérez de Camino”, que es el que aparece con mayor
frecuencia en las portadas de las obras, porque entiendo que las demás
variantes son formas abreviadas.
José López Calo en sus catálogos de los fondos musicales de las
catedrales de Santo Domingo de la Calzada y Calahorra, y en sus artículos sobre
la figura de este maestro, le llama Diego Pérez del Camino, denominación que ha sido seguida algunas veces por
otros músicos e investigadores. No hemos encontrado, sin embargo, esta variante
en la documentación.
Diego Pérez de Camino en Burgos
Por el acta de su nombramiento como maestro de capilla de la catedral
de Santo Domingo de la Calzada, sabemos que Diego Pérez de Camino era natural
de la ciudad de Burgos. Efectivamente, en los fondos parroquiales de Santa Águeda de Burgos se encuentra su acta de bautismo:
Su carrera musical fue muy parecida a la de otros músicos catedralicios del siglo XVIII. Nacido en el seno de una familia pobre de Burgos, gracias a sus dotes musicales pudo entrar en la capilla musical de la catedral de su ciudad como mozo de coro. Gracias al siguiente texto, podemos establecer que fue en 1749 cuando entró al servicio de la capilla musical de la catedral:
«Diego, hijo de Diego Perez Camino y de Maria de Vibar.
En la ciudad de Burgos a trece dias del mes de febrero de mill setecientos y treinta y ocho, Yo el liz.do Dn Thomas Perez Camino, benef.do en el lugar de Caviela, de licencia de Dn Joseph de Pereda cura benf.do en estas parrochias unidas de S.nta Agueda y S.n tiago de la fuente, intramuros de ella, baptize solemnemente a un niño, que se le puso por nombre Diego (nacio el dia Nuebe de dcho mes)»(Archivo diocesano de Burgos, Fondos de la parroquia de Santa Águeda, bautizos).
Su carrera musical fue muy parecida a la de otros músicos catedralicios del siglo XVIII. Nacido en el seno de una familia pobre de Burgos, gracias a sus dotes musicales pudo entrar en la capilla musical de la catedral de su ciudad como mozo de coro. Gracias al siguiente texto, podemos establecer que fue en 1749 cuando entró al servicio de la capilla musical de la catedral:
“Leyóse memorial de don Diego Pérez Camino,
clérigo de menores y maestro de capilla de la santa iglesia de la Calzada, en
que dice que, teniendo presente los repetidos favores que a la piedad de V.S.
mereció, en el discurso de 14 años que sirvió de infante de coro, y reinando en
él amor natural y particular inclinación, así a V.S. como a esta santa iglesia,
por cuyo motivo quisiera perpetuarse en su obsequio, y deseando con el mayor
anhelo ascender al sacerdocio, medio único para conseguir lo que apetece,
teniendo la cualidad de estar medianamente instruido en la gramática, a V. S.
suplica le tenga presente en la provisión de la capellanía vacante, en
inteligencia de que se aplicará a la enseñanza de los mozos de coro y asistirá
a la música; y oído se acordó se le tenga presente a su tiempo”.
En Burgos fue alumno de Francisco Hernández Illana, que fue desde 1729 a 1780 maestro de
capilla de la catedral.
La relación entre ambos parece que fue amistosa. Pero más
allá del ámbito personal, el significado de la obra de Illana en la obra de
Camino es enorme, sobre todo en los primeros años de la producción de éste.
Seguramente otros mozos de coro, ya adultos, ejercieron influencia en él
durante esta época. En concreto, tenemos constancia de dos mozos de coro,
también discípulos de Illana, que trabajaron en Burgos esos años: Tomás Vélez Calderón,
al que identificaremos más adelante como el “copista C”, que estuvo en Burgos
hasta 1755, y José Zameza y Elejalde, responsable de los villancicos de Navidad
cantados en Burgos en 1753 y compositor de otras numerosas obras en esos años,
que estuvo en la capilla burgalense hasta que en 1759 se fue a Antequera
(Málaga) como maestro de capilla.
En el archivo de la catedral de Astorga y en el archivo de Calahorra se
conservan numerosas obras de Diego Pérez de Camino compuestas en estos años
juveniles, siendo las primeras dos cantadas para los maitines de Navidad de
1758. Posiblemente fue el responsable de los villancicos de Navidad cantados en
Burgos en los años 1760, 1761 y 1762, como veremos en detalle más adelante.
Algunas de las obras compuestas en Burgos las adaptaría para la capilla
calceatense durante sus primeros años de maestro de capilla. Mientras que las
obras compuestas para Burgos suelen ser a 8 voces, con trompas y oboes, además
de los violines, las adaptaciones realizadas para Santo Domingo de la Calzada
suelen ser a 7 voces, un solo oboe y dos violines, ya que la capilla riojana
era más modesta que la burgalense.
Diego Pérez de Camino en Santo
Domingo de la Calzada
Andrés de Bas, maestro de
capilla de Santo Domingo de la Calzada desde septiembre de 1748, murió en
noviembre de 1762. Como era costumbre, se publicaron los edictos anunciando la
provisión de la
plaza. El Cabildo nombró juez y censor de los ejercicios a
Juan José Llorente, que era organista y maestro de capilla de la Insigne Colegial
de Logroño desde 1749. Los ejercicios a que se sometieron los opositores
consistieron, como era habitual, en
“echar el compás” (esto es, en dirigir la capilla de música) y en la
composición de diversas obras dentro de un límite de tiempo establecido, para
comprobar así su pericia en las “reglas de la composición”. Los opositores se
examinaron, pues, de dos de las tres tareas principales de todo maestro de
capilla: la de la dirección de la capilla de música y la de la composición de
obras musicales que sirvieran para el culto de la catedral. La otra
tarea principal era la enseñanza musical a los mozos de coro.
Tras la realización de los
ejercicios, el Cabildo mandó a los opositores de regreso a sus lugares de
origen, advirtiéndoles que se avisaría al que se eligiese como maestro de
capilla. Finalmente se eligió por mayor número de votos a Diego Pérez de
Camino, “natural de la ciudad de Burgos, clérigo de prima tonsura”. Tras ser
avisado, escribió una carta agradeciendo su nombramiento, como también lo hizo
su maestro, Francisco Hernández Illana, lo que prueba el estrecho vínculo que
existía entre ambos. Camino se despidió del cabildo de Burgos, pidiendo alguna
ayuda para el viaje a Santo Domingo de la Calzada.
En 1763, tras haberlo
solicitado, se le admitió como capellán de la Congregación a pesar de no ser
presbítero, sino tan sólo clérigo de prima tonsura. De este modo se
“redondeaba” su escaso salario de 200 ducados. La renta del maestro de capilla
en la catedral de Santo Domingo no era colativa, esto es, no procedía de algún
beneficio eclesiástico. Pero al hacerle capellán podría recibir, además de su
salario como maestro de capilla, algún beneficio relacionado con alguna
capellanía.
El hecho de ser capellán y no
sacerdote será uno de los puntos de mayor fricción durante su estancia en Santo
Domingo de la Calzada.
Así , en febrero de 1772 un miembro de la Congregación de
Capellanes, don Martín de Ortiz, hizo ademán de quitarse la estola, agraviado
de que el maestro de capilla presidiese un entierro. Poco después los miembros
de la Congregación se quejaron de que el Cabildo hubiera determinado que Diego
Pérez de Camino presidiese los entierros y “en los demás actos de comunidad”,
lo que consideraban que iba contra “el decoro de nuestro estado y contra los
derechos, usos y costumbres”, puesto que el maestro de capilla no tenía “orden
sacro”.
Relacionado con esto está el
largo pleito que Diego Pérez de Camino mantuvo con la Congregación de
capellanes por la casa en la que residía. El 1 de febrero de 1773 la
Congregación acuerda desposeer la casa en que vivía Diego Pérez de Camino, que
era propiedad de la Congregación, para arrendarla a otro capellán, don Juan
Montes, que sí era presbítero. Tras avisar al maestro que desalojase la casa al
término de un año, éste contestó que no accedería, “por ser él mismo igual y
más privilegiado congregante” y protestó ante el Cabildo. La Congregación se
quejó por “los términos designatorios de parcialidad y aversión con que el
memorial del Maestro se manifiesta contra tan respetable cuerpo de Comunidad”.
Los capellanes se justifican alegando que el arriendo de la casa al maestro de
capilla no fue bajo escritura “ni por largo tiempo por el motivo de los
chicos”. Estos “chicos” son, sin duda, los tiples pequeños de la capilla de
música, que vivirían en casa del maestro bajo su cuidado. Diego Pérez de Camino
eleva la causa ante el Provisor del obispado. La Congregación añade a sus
quejas que la casa está maltratada “con los Estudiantes que tiene de posada”
(refiriéndose posiblemente a los tiples)
y que el maestro ha admitido en su casa a un vecino.
En 1771 Diego Pérez de Camino se había presentado a las oposiciones al
magisterio de capilla de la catedral de Calahorra. Como veremos, esta oposición
generó un largo pleito que no se resolvió hasta mucho más tarde.
Finalmente, el 19 de julio de 1777
informó el maestro que había ganado el
pleito de Calahorra, y el Cabildo acordó que se nombrase vacante la plaza de
maestro de capilla. Mientras tanto, fue el organista Manuel Pascual el
encargado de hacer las veces de maestro de capilla. Manuel Pascual, que había
sido mozo de coro de la colegiata de La Redonda en Logroño y discípulo, por
tanto, de Juan José Llorente, fue nombrado organista de Santo Domingo de la
Calzada en 1769. Algunas de sus composiciones nos han llegado junto a los
borradores que Diego Pérez de Camino dejó en Calahorra, lo que muestra que en
ocasiones colaboró con el maestro en la composición de las obras que la
catedral necesitaba.
El 8 de agosto de 1777 el Cabildo leyó la carta de despedida de Diego
Pérez de Camino. Éste donó al archivo un conjunto de obras compuestas en latín
y romance, y devolvió los papeles de música que había tomado del archivo. El
día 17 de agosto se leyó su despedida en la Congregación de Capellanes, que le
dio la enhorabuena por sus “ascensos”. Finalmente el 26 de agosto de 1777 tomó
posesión de su cargo en Calahorra.
Diego Pérez de Camino en
Calahorra
Francisco Viñas había sido
maestro de capilla de la catedral de Calahorra desde 1731. Era medio racionero
ya que, a diferencia de Santo Domingo de la Calzada, en Calahorra el magisterio
de capilla estaba unido a un beneficio eclesiástico. En 1771 el Cabildo
concedió a Francisco Viñas una ración entera, pasando así a ser canónigo, y se
declaró vacante la plaza de maestro de capilla.
Varios fueron los músicos que
acudieron a las oposiciones: Francisco de la Huerta, músico de la catedral de
Ávila, Juan Andrés Lombide, “organista en Bilbao”, José de Gargallo, “copiante
en la [catedral] de Zaragoza”, Juan José de Arce, arpista de la catedral de
Pamplona y Diego Pérez de Camino, maestro de capilla de la catedral de Santo
Domingo de la Calzada. Los jueces de las oposiciones fueron el antiguo maestro
de capilla, Francisco Viñas, y el organista Matías Menéndez.
Conservamos una de las obras que Diego Pérez de Camino compuso para
esta oposición: se trata de Dixit Dominus
ad Adam, un “Motete a 8º en 24 horas”, esto es, un motete compuesto dentro
del límite de 24 horas, que se conserva en el archivo de la catedral de
Astorga. Se sabe que este motete se compuso para la oposición al magisterio de
capilla de la catedral de Calahorra porque en el mismo archivo de la catedral
de Astorga se conserva de Juan José de Arce (1748-1777), otro de los
opositores, un motete a 8 con la misma letra (Dixit Dominus ad Adam) compuesto “para la oposición al Magisterio
de Capilla de la Sta Iglesia de Calahorra”.
En el informe de Viñas sobre los
opositores se dice “que los dichos cinco opositores habían cumplido con sus
ejercicios y que eran suficientes para el magisterio, bien que el dicho don
José Gargallo les había excedido alguna cosa en el estilo y en lo bien
trabajado de las obras que se le habían dado para la prueba”. También el
organista Matías Menéndez aprobó a todos los opositores, prefiriendo, con todo,
a José Gargallo. En su informe dice: “que los dichos opositores habían cumplido
con sus ejercicios y ser suficientes para dicho magisterio, y que graduaba en
primer lugar al dicho José Gargallo, porque había excedido a los demás en el
trabajo de las obras, buen gusto en la composición y en el estilo moderno que
hoy se usa”. Ambos jueces, por tanto, propusieron a José Gargallo como maestro
de capilla, coincidiendo en alabar el trabajo de sus obras y su estilo, que
Matías Menéndez califica de buen gusto y moderno.
José Gargallo, se nos dice, era
copiante en Zaragoza. El trabajo de copiante era habitual que lo desempeñaran
mozos de coro adultos que estudiaban composición bajo la tutela del maestro de
capilla. Seguramente José Gargallo fue discípulo en Zaragoza de Francisco
García Fajer (1731-1809), conocido como el “Españoleto”, que se había formado
en Italia antes de de regentar el magisterio de la Seo de Zaragoza en 1756. Por
lo que conocemos, el estilo de García Fajer suena mucho más moderno que el
estilo de Diego Pérez de Camino, desarrollado a partir del de su maestro
Francisco Hernández Illana.
A pesar de que los jueces
prefirieron a José Gargallo, la primera votación del Cabildo fue la siguiente:
Arce obtuvo un voto, Lombide cinco, Gargallo seis y Camino ocho. Se hizo una
segunda ronda de votación entre los dos candidatos más votados, Gargallo y
Camino. Sorprendentemente salieron empatados con diez votos cada uno. Al día
siguiente, Diego Pérez de Camino pidió al Cabildo testimonio de haber tenido
paridad de votos con Gargallo, cosa que se le concedió. Y poco después pidió
que le diesen a él el magisterio por ser mayor en edad que Gargallo. Se inicia
a partir de ese momento un largo pleito entre los candidatos que no se
resolvería hasta 1777, seguramente porque en 1776 José Gargallo había obtenido
el magisterio de capilla de la catedral de León. Mientras tanto, fue el
organista Matías Menéndez el que hizo las veces de maestro de capilla de la
catedral de Calahorra.
Diego Pérez de Camino debió ser
un músico reconocido en su tiempo, ya que fue llamado, al menos dos veces, como
juez de oposición a diversos magisterios de capilla. En 1780 fue juez de las
oposiciones a maestro de capilla de la catedral de Pamplona. En estas
oposiciones resultó elegido Francisco Huerta, uno de los compañeros opositores
de Camino en Calahorra en 1771, y que fue su sucesor en Santo Domingo de la
Calzada en 1778. Y en 1795 fue juez de
las oposiciones a maestro de capilla de la colegiata de La Redonda en Logroño,
tras la muerte de Juan José Llorente, el maestro que le había examinado a él en
1763.
Diego Pérez de Camino continuó
en su puesto sin ningún incidente digno de mención hasta su muerte, ocurrida el
19 de enero de 1796 “a las cinco de la mañana”.
¿Diego Pérez de Camino en Briones?
En la reseña biográfica de Diego
Pérez de Camino que escribió López Calo en el catálogo de la música en la
catedral de Calahorra se dice lo siguiente: “el 15 de septiembre de 1787 el
deán informó al Cabildo que el maestro se le había presentado ‘despidiéndose
para ir a La Rioja’ (sic, parece ser que para ir a regentar el magisterio de la
colegiata de Briones). El Cabildo le impuso una multa de 400 maravedíes, según
el estatuto. Pero parece que no fue más que una falsa alarma, pues Camino
siguió en Calahorra”
Partiendo de este texto, María
Pilar Camacho López va aún más allá y llega a sostener que Diego Pérez de
Camino fue maestro de capilla de la parroquia de Briones. En su catálogo de la música de Briones, donde
copia literalmente la reseña biográfica de López Calo, afirma lo siguiente:
“Donde regentó (en Briones), de alguna manera, este puesto, quizá por lo
elevado de la renta, dejando un legado musical de 16 obras (sin contar el
reconocimiento de algunos anónimos) y un libro en polifonía clásica que
contenía también una Misa de Asperges
de Rábago”.
Creo que todo surge de una
incorrecta interpretación del acta capitular por parte de López Calo. No tiene
sentido que Diego Pérez de Camino dejase su cargo de maestro de capilla en la
catedral de Calahorra por uno notoriamente menos importante como el de
organista de la parroquia de Briones. Menos sentido tiene aún que el Cabildo le
multase con 400 maravedíes por querer irse a otro puesto, ya que el movimiento
de músicos era algo habitual en la época. La reacción del Cabildo al enterarse
de que el maestro de capilla iba a dejar su puesto tendría que haber sido la de
declarar la plaza vacante y no la de imponer una multa. Todo se entiende mucho
mejor si se interpreta ese “despidiéndose para ir a La Rioja” tan sólo como una
ausencia temporal. Téngase en cuenta que la fiesta principal de Briones es la
del Santo Cristo de los Remedios, que se celebra el domingo siguiente al 14 de
septiembre, fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz. Y fue el 15 de septiembre
cuando el deán informó que el maestro se había presentado para irse a “La
Rioja”. Posiblemente Camino pensaba marcharse a Briones para dirigir la música
que había compuesto para la celebración del Cristo de los Remedios. Conservamos
en Calahorra una cantada en borrador, fechada en 1771, que muestra que Camino
había compuesto ya alguna vez para esta fiesta de Briones. Se trata de la cantada
Ah, Señor, enclavado en un madero, “Dúo
al Santísimo Cristo de los Remedios con violines” (signatura 11/79). En este
supuesto, la multa que le impuso Cabildo se entiende mucho mejor: era una multa
por haber intentado ausentarse de Calahorra por un tiempo, y además sin
permiso, desatendiendo así sus obligaciones en la catedral, que eran diarias.
PÉREZ DE CAMINO, Diego: Obra selecta (3 vols.), edición crítica a cargo de Raúl Angulo Díaz, Fundación Gustavo Bueno, Santo Domingo de la Calzada, 2012.